Melancolia de la Muchacha

Me viene a la cabeza un joven caballero
casi como un viejo refrán.

Que vino. Asi llega a veces en el bosque
la gran tormenta y te oculta.
Que se fue. Asi te deja la bendición
de las grandes campanas sola
con frecuencia en mitad de la oracion...
Entonces quieres gritar en siencio
pero sólo lloras en silecnio
en el fondo de tu fresco pañuelo.

Me viene a la cabeza un joven caballero
que va lejos, armado.

Era tan suave su sonrisa, era tan fina:
igual que el brillo del marfil antiguo,
igual que la nostalgia, igual que una nevada navideña
en una aldea oscura, igual que una turquesa
en torno de la cual se enfilan claras perlas,
igual que luz de luna
sobre algun libro amado.


Rainer Maria Rilke

Hace poco mas de diez días paso algo que pensé no sucedería, resulta que Gabriel Orozco, uno de los dos artistas mexicanos con mas proyección internacional ( el otro es Toledo), estuvo en nuestra ciudad para impartir un curso en el que hablo de su ideología, su estética y su filosofía y como todo esto se refleja en su trabajo plástico, trabajo que por cierto se inserta dentro del arte de vanguardia (conceptual, posconceptual o Guerever) la cuestión es que pese a que soy admiradora de su trabajo, en el mundillo reporteril se rumoraba que era un wey muy mamon así que asistí al curso con recelo, pero mientras fueron pasando so días (tres) me sorprendí gratamente al reconocer a un hombre sencillo, respetuoso, tierno y hasta paternal. Mientras que Alejandro nos tomaba la foto que esta acá abajo (Orozco en medio y Ceci y su servilleta a sus costados) el artista me palmeaba la espalda, me quería decir que “ya lo sé Vanessa, que no soy tonto y me he dado cuenta de todo”




Ahí fue cuando le pedí a Alejandro su cámara, estire mi mano y le dije a Gabriel “¿nos tomas una foto a Alejandro y a mi?” Orozco” abrió los ojos, tomó la cámara, dió un clic, me regreso el aparato con una sonrisa discreta, ahí había terminado mi desmitificación de “el artista mexicano”